A veces los clientes te sorprenden, se paran delante de ti y cuando esperas que te van a pedir un blanco roto (que me encanta ¿eh?), te salen por peteneras y se van a lo más colorido que puedas tener, como si necesitaran que explotara su casa, como si quisieran que fuera primavera todos los días en su salón. Y así fue como empezamos a andar con este diseño muy muy personalizado para un matrimonio con nombres y personalidades que riman.
Y éste es el comienzo desde el que partimos: esa polipiel zombie que cuando empieza a despellejarse ya no hay quién la pare, pues esa fue la que animó finalmente a sus dueños a cambiarle el look a sus sillones.
Esta tela fue amor a primera vista pero no quisimos quedarnos con lo primero que vimos y seguimos tanteando opciones.
Trabajamos más de veinte opciones de diseño hasta dar con el vestido adecuado que a ellos les apetecía y finalmente encontramos la tela ganadora que unimos a su primera opción en un pastiche de color extrasensorial, extracolorido y extratodo. Abundancia pura de color y formas, ganas de estar feliz.
Y, una vez definidas las telas, nos quedaba llevar todo ese universo a la realidad: casar estampados, cortar patrones, adecuar tejidos, coser y tapizar…hasta llegar a este resultado.
Añadimos algunos guiños que le daban más rollo al diseño: los cojines tenían una cara A y una cara B, de manera que podían dejar el gran florón de color o la tela con la que va tapizado todo el resto.
En el contra mezclamos las dos telas, aportando a cada sillón gemelar su propia personalidad.
Algunos detallicos
Y por fin llegaron a su casa
Y cuando creías que nuestros clientes con nombres y personalidades que riman habían tenido suficiente color en su salón, ellos van y compran una lámpara cactus verde pistacho de metro y medio del alto y yo me quito el sombrero ante la gente que hace con su casa lo que le da la gana. Ole, ole y ole y el que no diga ole que se le seque la hierbabuena!