Nuestros vecinos tienen más de 80 años y nos ven siempre entrar y salir con nuestras Amarquimias, les divierten mucho nuestras mezclas. Ellos son clientes del tapicero de toda la vida y una de las quejas que tenían era que éste no le daba opciones de telas, tenía pocas y feas y, claro, ellos tampoco entienden de esto para comprarlas por sí mismos. Gracias a la posibilidad de que les buscáramos telas más alegres, decidieron confiar en nosotros para su conjunto de sofá y sillón de la entrada (tela rollo hindú) y para sus mecedoras y sillas de uso diario (tela flower power)

El primer encargo que recibimos fue la búsqueda de una tela y el tapizado para el conjunto de la entrada de la casa. Realmente la tela es muy bonita pero ya estaba desgastadita tras más de 40 años de función (desde que se casaron) y a ellos les apetecía una renovación. Nosotros guardamos la tela para utilizarla en otra cosa porque tiene un estilo vintage muy chulo.

Se decantaron casi de manera instantánea por una de las telas que teníamos en stock: la loneta rollo hindú que trajimos de uno de nuestros viajes a Madrid. Les gustó el dibujo, los colores y el tamaño de las filigranas, ¡a tapizar!

Y éste es el antes y el después. Como verás, ambas opciones son bonitas pero ellos necesitaban cambiar y los ayudamos en esta tarea.

Le añadimos una pasamanería dorada haciendo dibujo que le quedó genial porque potenciaba el aire hindú del conjunto.

Este encargo fue sencillo, cayó todo en su sitio como un rompecabezas cloc cloc cloc, pero en el siguiente subimos el nivel de dificultad: se trataba de hacer los cojines de sus mecedoras de uso diario, esas en las que ellos pasan toda la tarde. En este caso, debíamos también proporcionarles opciones de telas y tapizar.

La tela tenía que ser gruesa, resistente, lavable, bonita y económica ¡ahí es ná! ¿pero qué no vamos a hacer nosotros por nuestros vecinos? revisamos varias tandas de telas y ellos fueron muy valientes porque, aunque contaron con la ayuda de su hija, se atrevieron a elegir una tela viendo sólo fotos, les dimos eso sí una muestra de esa textura para que se hicieran una idea. Pero no todo el mundo se aventura con una tela sin tenerla delante.

Y ésta fue la elegida: un gobelín clásico pero muy colorido que les iba a llenar la casa de flores. Nosotros, para evitar cualquier contratiempo futuro, lavamos la tela para comprobar que no encogiera y soltara los restos de tinte, de ahí que en esta foto tenga un aspecto más arrugadito.

Y, como veis en este antes y después, volvió la primavera a estas mecedoras que, sólo con el retapizado, parecían ya otra cosa.

Y así cambió definitívamente el espacio donde mis vecinos pasan la tarde, sentados cada uno en una mecedora, haciéndose compañía por más de 50 años.

Los detalles de flores de la tela son espectaculares, parece ser que la tapicería original de las mecedoras era del mismo tejido. En efecto, el gobelín se lleva usando desde hace mucho tiempo pero la revisión actual de diseños sobre este género es chulísima: flores, flamencos, etc

Ni que decir tiene que una de las dificultades de este trabajo era cuadrar bien los dibujos y repetirlos en ambas mecedoras por igual. Qué mareo de flores, oye.

Tras terminar las mecedoras, decidieron encargarnos las sillas que las acompañaban, y éstas sí que me tienen enamorada. Nosotros solemos pedir la tela justa y un poquito más por si acaso pero diferimos de los tapiceros de toda la vida en comprar varios metros extras, es un gasto innecesario que se suple con hacer muchas cábalas para aprovechar la tela a tope. Cuando nos dijeron que querían las sillas, tuvimos que poner la parte no vista de las mecedoras en otra tela para dársela a este nuevo encargo.

Éste es el antes y el después de estas sillas de los años 50 que son una auténtica joya y recibieron la nueva tela como agua de mayo, ¡pero qué bonitas quedaron!

Y después de llenar la casa de Antonio y Lucía de flores, les agradecemos infinítamente a ellos y a su hija Pepa que haya confiado en nosotros.

Buen finde, ach@s!